CUANDO EL DESAMPARO PROFETIZA LA VICTORIA

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CUANDO EL DESAMPARO PROFETIZA LA VICTORIA

“Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?'” Mateo 27:46

Yo creo que muchas personas acaban de dar un paso con el Señor hacia la gran transición desconocida de una época a la siguiente, un VALIENTE PASO DE OBEDIENCIA que les ha colocado en un momento de “Pero Dios…” tan solo Él puede hacer que se cumpla, ¡y lo hará!”

Aun así, son muchos los que han entrado obedientemente a ese momento con gran fe, y también se han sentido desamparados mientras están sobre las aguas profundas. El trayecto de la promesa y el paso de fe comienzan con un “DIOS ESTA CON NOSOTROS” así que cuando de pronto nos encontramos en un momento en el que parece que hemos sido desamparados en nuestra fe y obediencia, se produce un profundo gemido en nuestro interior, que tan solo puede oírse en el alma y casi no se puede expresar con palabras.

PERO EL NO HA TERMINADO Y NO ESTAS SOLO. Pues en el momento en que Jesús atravesó Su momento de desamparo en la Cruz, ese fue el momento que cambió para siempre su definición. “Desamparado” ya no significa “solo” o “abandonado”, ya que cuando Jesús estuvo allí, cambió la definición a “DIOS CON NOSOTROS”.

NO ESTAMOS DESAMPARADOS, DIOS ESTA CON NOSOTROS

Una de las últimas vivencias de Jesús en la Cruz, justo antes de rendir Su Espíritu, fue el sentimiento de desamparo. Pero ese momento de desamparo fue el inicio de la victoria completa de la cruz. Puedo imaginarme que aquellos instantes de sentirse desamparado por el Padre debieron ser los momentos más dolorosos que vivió el Señor.

Una de las mayores victorias es confiar en el Padre en medio de esos tiempos de mayor desamparo y, como Jesús, no estamos exentos de esa parte de la madurez por la cual Dios nos guía. El desamparo fue uno de los más poderosos momentos de la humanidad que tuvo que atravesar Jesús y a lo que tuvo que sobreponerse. Lo que hacemos con el “desamparo” es lo que fortalece aquello que Dios puede hacer “con” nosotros.

Jesús vio de antemano cada uno de nuestros momentos de desamparo cuando venció ese sentimiento de abandono en la Cruz. Y no olviden que existe una gran diferencia entre sentirse desamparado y realmente estarlo. El enemigo utiliza el desamparo para intentar hacer que nos sintamos aislados y solos, pero Jesucristo atravesó el momento del desamparo para que nosotros nunca estuviésemos solos y pudiésemos atravesar ese momento sabiendo que, al igual que Jesús, este es un momento que cataliza nuestra victoria en Él.

Uno de los aspectos más duros del desamparo es que suele surgir al final de la carrera, justo cuando estamos a punto de alcanzar el “GRAN AVANCE” o la “META” hacia nuestro llamado y hacia aquello para lo cual Él nos ha estado preparando. No debemos estancarnos en ese sentimiento de desamparo, sino avanzar en la gloria de la resurrección que nos espera al otro lado.

Eso no quiere decir que el sentimiento no sea muy real. Al igual que el momento del abandono de Jesús fue un preludio de aquello a lo que nosotros tendríamos que sobreponernos en Él, también “SU VICTORIA EN LA CRUZ PROFETIZA LA NUESTRA” y nos recuerda que “Él nunca estuvo solo, y nosotros tampoco lo estamos”. Tu momento de desamparo con Él es justo el momento en que quedas marcado como “VENCEDOR” en Él, porque no te rendiste ni te rendirás aun cuando “sentías” como si te hubiesen dejado.

EL TROFEO DE LA VICTORIA NOS ESPERA AL OTRO LADO. El primer día Jesús probó la amargura del desamparo, pero en el tercer día tomó libremente la “COPA DE LA VICTORIA” y derramó ese mismo sabor de la bondad del Padre para que todos nosotros disfrutásemos libremente de ella.

EL DESAMPARO SE TORNA EN VICTORIA

Una coronación del Señor: “…Se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones”. Isaías 61:3-4

En el momento en que nuestra confianza en Él supera nuestros sentimientos y circunstancias damos firmemente el paso adelante a través del “desamparo”, nos arrodillamos ante Él y Él nos corona con belleza en lugar de cenizas, gozo en lugar de luto, alabanza en lugar de pesadumbre, esperanza en lugar de desesperación y muchísimo más. Para Dios es fácil restaurarnos en cualquier momento. Pero lo que Él está haciendo en nosotros a través del proceso de nuestros momentos de “abandono” nos convierte en restauradores que llevarán esa misma unción para compartir Su victoria con el mundo.

¡NO TE RINDAS, NO TE DES POR VENCIDO! No estás solo, pues tu sentimiento de “desamparo” ya fue definido de nuevo como “DIOS CON NOSOTROS” y ya profetiza la victoria; simplemente debes beber de esa copa. Aférrate a la bondad del Padre, y entra en la nueva gloria de aquel que ha caminado con Jesús a través del intenso poder de sentirse desamparado, y disfruta de la copa de la victoria al otro lado. Tendrá un sabor que nunca antes habías probado.

Imagina al Señor nombrándote caballero con el peso de la gloria de Su resurrección al recibir Sus palabras como declaración sobre ti como restaurador en lo que te estas convirtiendo a causa de estos momentos:

Gloria en lugar de ceniza…Ole de gozo en lugar de luto …Manto de alegría en lugar del espíritu angustiado…¡Eres un árbol de justicia, plantío del Jehová! Reedificarás las ruinas antiguas, Y levantarás los asolamientos primeros, Restaurarás las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones. ¡Eres un Vencedor, y por lo tanto eres un Restaurador! (Joey LeTourneau)

Con amor y oraciones,

Magie de Cano

 

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Magie de Cano

Por Magie de Cano

Pastora y Conferencista Internacional en el Ministerio de la Mujer, autora del devocional profético Las Cartas de Magie y de los libros “Conquista tu Matrimonio”, “Cita con tu Destino”, "De la Verguenza a la Victoria" y "Una Madre de Rodillas".