SACUDETE EL POLVO DE TU DESIERTO

¡Despierta, Sión, despierta! ¡Revístete de poder! Jerusalén, ciudad santa, ponte tus vestidos de gala, que los incircuncisos e impuros no volverán a entrar en ti. ¡Sacúdete el polvo, Jerusalén! ¡Levántate, vuelve al trono! ¡Libérate de las cadenas de tu cuello, cautiva hija de Sión! Isaías 52:1-2

Quiero preguntarles ¿Qué hizo el desierto en ustedes? Yo les voy a decir lo que hizo. El desierto cultivó la intimidad. Solo eran ustedes y El. No había nada más, se sentían morir porque estaban como… “Estoy acostumbrado(a) a llamar a alguien y desahogarme, pero no tengo a nadie”, y pasaron por esa temporada y sentían como si no supieran a quién acudir. Continuar Leyendo »

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