Imagina que estás en un aeropuerto. Llegaste temprano, lista para abordar el vuelo que te llevará a tu próximo destino. Tienes tu boleto en la mano, tus maletas listas y toda la emoción de lo que está por venir.
Pero algo te detiene.
Tal vez es el miedo a lo desconocido. Tal vez es la duda de si realmente deberías tomar ese vuelo. Tal vez hay algo en tu pasado que te mantiene mirando hacia atrás, como si todavía tuvieras algo que resolver antes de irte.
Así que te quedas ahí. Viendo los aviones despegar. Viendo a la gente embarcar. Viendo cómo todos avanzan, mientras tú sigues en la sala de espera.
Al principio, te dices a ti misma que es solo por un momento, que solo necesitas un poco más de tiempo para asegurarte de que estás lista. Pero los minutos se convierten en horas. Las horas en días. Y sin darte cuenta, han pasado años y sigues en el mismo lugar.
Esperando.
Esperando que algo cambie. Esperando que alguien te dé permiso para avanzar. Esperando que el dolor desaparezca.
Hasta que un día alguien se sienta a tu lado y te dice algo que te sacude:
«Ese avión siempre ha estado aquí. El problema no es el vuelo. El problema es que sigues esperando algo que nunca va a pasar antes de subir.»
Y en ese momento te das cuenta de la verdad: no es que no haya una salida, es que te has convencido de que no puedes tomarla.
Cuando sigues esperando que algo pase por sí solo
Sé lo que es estar atrapada en la sala de espera de la vida.
Pensar que las cosas tienen que alinearse de cierta manera antes de dar el siguiente paso. Creer que necesitas sentirte diferente antes de moverte. Aguardando por una señal, por una validación, por el momento en que todo tenga sentido.
Pero aprendí que muchas veces, esperar no es fe. A veces, esperar es solo miedo disfrazado de prudencia.
Jesús se encontró con un hombre que también estaba atrapado en la espera.
El paralítico de Betesda había pasado treinta y ocho años acostado junto a un estanque, esperando su milagro. No porque no quisiera ser sanado, sino porque había creído una mentira: que su milagro dependía de que alguien más viniera a ayudarlo.
Hasta que Jesús se acercó y le hizo una pregunta que lo confrontó:
«¿Quieres ser sano?» (Juan 5:6)
Parece una pregunta obvia, pero en realidad, era un llamado a tomar responsabilidad. Jesús no le preguntó «¿Por qué nadie te ayuda?» ni le dijo «Qué injusto todo esto.» Solo le dio una opción: seguir esperando o levantarse y caminar.
Porque al final del día, su sanidad no dependía de la gente que lo había ignorado, sino de su decisión de creerle a Jesús y levantarse.
Y esa misma pregunta es para ti hoy.
¿Quieres ser libre de tu pasado?
Dios ya ha abierto la puerta, pero necesitas caminar hacia ella
Isaías 43:18-19 dice:
«No recuerden lo que pasó antes ni piensen en el pasado. Fíjense, voy a hacer algo nuevo…»
Dios ya está haciendo algo nuevo. Pero mientras sigas mirando hacia atrás, nunca verás lo que Él está haciendo ahora.
Yo sé que hay partes de tu historia que duelen. Yo sé que hay sueños que no se cumplieron y promesas que parecen haberse esfumado. Pero la vida no está en el pasado. Está en lo que Dios está haciendo en este momento.
Así que la verdadera pregunta no es cuándo va a despegar tu vuelo.
La pregunta es: ¿cuándo vas a decidir subirte?
Hoy quiero invitarte a hacer una oración conmigo.
Señor, he pasado demasiado tiempo esperando que algo cambie en mi vida sin darme cuenta de que Tú ya abriste la puerta para que yo camine en lo nuevo. Hoy decido soltar el pasado, dejar de vivir en la sala de espera de lo que no fue y subirme al vuelo de lo que Tú estás haciendo en mi vida. Ayúdame a confiar en que lo mejor está por delante y a caminar con fe hacia lo nuevo que tienes para mí. En el nombre de Jesús, amén.
No tienes que hacer este viaje sola
Si esta oración tocó tu corazón, quiero decirte algo con toda honestidad: sé que no es fácil soltar el pasado.
Sé lo que es sentir que algo te sigue jalando de vuelta. Sé lo que es preguntarte si realmente puedes empezar de nuevo.
Tal vez piensas que todavía no estás lista. Tal vez sientes que algo en ti sigue roto. Pero quiero recordarte algo: Dios no necesita que estés completamente lista para usarte. Solo necesita que estés dispuesta a confiar en Él.
A veces, lo más difícil no es recibir la sanidad. Es creer que la mereces.
Y quiero decirte con todo mi corazón: Dios no solo quiere sanarte, Él quiere restaurarte completamente. Quiere que vivas con propósito, con gozo, con plenitud. Quiere que dejes de ver los vuelos despegar y finalmente tomes el tuyo.
Si te sientes identificada con esto, si has estado esperando algo que nunca llega, si sientes que ya es tiempo de moverte, pero no sabes cómo… quiero invitarte a caminar conmigo en este proceso.
Tal vez piensas: «Está bien, quiero avanzar, pero no sé por dónde empezar.»
Eso es exactamente lo que quiero ayudarte a descubrir en Mujer Totalmente Nueva. Es un viaje de 30 días para que aprendas a soltar lo que te ha mantenido atrapada y a caminar con libertad.
No tienes que quedarte esperando en la sala de lo que pudo haber sido.
No tienes que seguir viendo cómo otros avanzan mientras tú sigues en el mismo lugar.
Dios ya te ha dado una nueva historia. Solo necesitas levantarte y caminar en ella.
Si estás lista para dar ese paso, aquí estoy para acompañarte. Vamos juntas.
Este no es el final de tu historia. Es el momento en que decides seguir adelante.
con amor y oraciones,
Magie de Cano
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