Estás en una tienda y ves un par de zapatos que te encantan.
Son perfectos. Elegantes, cómodos, exactamente lo que estabas buscando.
Te los pruebas y te miras en el espejo. Te hacen sentir bien. Segura. Como si, con ellos, pudieras conquistar el mundo.
Pero hay un problema. No tienes el dinero para pagarlos.
Aun así, la emoción del momento es más fuerte. Sabes que podrías esperar, ahorrar, planificar… pero ¿y si no vuelves a encontrarlos? ¿Y si alguien más se los lleva?
Así que sacas la tarjeta de crédito. Porque con una simple firma, los zapatos son tuyos.
Te sientes bien al salir de la tienda con la bolsa en la mano.
Hasta que llega el estado de cuenta.
Y ahí, junto con el precio de los zapatos, aparecen los intereses. Lo que parecía una compra fácil, ahora se siente como una carga innecesaria.
Si lo hubieras pensado con más calma, si hubieras esperado, te habrías ahorrado ese peso extra.
Pero en el momento, solo viste lo que querías… sin considerar lo que costaría después.
Las emociones funcionan igual
A veces, reaccionamos impulsivamente sin medir las consecuencias.
Hablamos sin pensar. Tomamos decisiones apresuradas. Nos dejamos llevar por lo que sentimos en el momento, sin preguntarnos si mañana lo lamentaremos.
En el instante parece lo correcto, pero después nos damos cuenta del precio que tenemos que pagar.
Cuando una discusión se intensifica y, en un arranque de enojo, decimos algo que hiere.
Cuando tomamos una decisión basada en el miedo y luego nos damos cuenta de que no confiamos en Dios.
Cuando la ansiedad nos empuja a actuar sin dirección y terminamos agotadas emocionalmente.
Es como comprar con una tarjeta de crédito sin pensar en la factura que llegará después.
Porque la factura siempre llega.
Proverbios 29:11 dice: «El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio la reprime.»
La sabiduría no significa que nunca sintamos enojo, tristeza o frustración.
Significa que aprendemos a reconocer esas emociones, pero en lugar de actuar por impulso, tomamos decisiones con calma y con la verdad de Dios como guía.
No tienes que vivir pagando las consecuencias de decisiones impulsivas
Quizás hoy te das cuenta de que has estado acumulando deudas emocionales.
Palabras que dijiste y que ahora lamentas.
Decisiones que tomaste sin pensar y que trajeron consecuencias que no esperabas.
Reacciones que en su momento parecieron justas, pero que ahora te pesan.
Quiero decirte algo: no tienes que seguir viviendo así.
Dios nos dio algo increíble: dominio propio.
Gálatas 5:22 nos recuerda que el dominio propio es un fruto del Espíritu Santo. Es un regalo de Dios para que podamos aprender a manejar nuestras emociones con sabiduría, en lugar de que ellas nos controlen a nosotras.
No significa que nunca sentirás enojo o tristeza.
Pero significa que ahora puedes elegir cómo responder.
No tienes que sacar la «tarjeta de crédito emocional» cada vez que la vida te pone a prueba.
Puedes esperar. Puedes pensar. Puedes buscar a Dios antes de reaccionar.
Romanos 12:2 nos dice: «No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.»
Eso significa que podemos aprender una nueva forma de vivir.
Una vida donde nuestras emociones no dicten nuestras decisiones, sino que sean guiadas por la paz de Dios.
Es momento de hacer un cambio
Hoy quiero que pienses en esto:
Si miras hacia atrás, ¿hay decisiones que tomaste por emoción y que hoy pagarías con gusto para deshacerlas?
¿Qué harías diferente si supieras que no tienes que reaccionar en el momento, sino que puedes esperar en Dios?
Si este mensaje resonó contigo, quiero invitarte a hacer esta oración conmigo:
Señor, muchas veces he reaccionado sin pensar en las consecuencias. He permitido que mis emociones dicten mis palabras y decisiones. Pero hoy quiero cambiar. Ayúdame a desarrollar dominio propio, a pausar antes de actuar, a buscar Tu dirección antes de tomar una decisión. No quiero seguir acumulando deudas emocionales, quiero vivir con la libertad que viene de confiar en Ti. En el nombre de Jesús, amén.
Dios quiere enseñarte a liberarte de la deuda emocional
Si este mensaje tocó tu corazón y sientes que Dios te está llamando a desarrollar más dominio propio, quiero acompañarte en este proceso.
En Mujer Totalmente Nueva, te enseño cómo romper con las deudas emocionales que han estado drenando tu paz y cómo vivir con la libertad que Dios quiere para ti.
No tienes que seguir atrapada en un ciclo de impulsividad y arrepentimiento.
No tienes que vivir pagando las consecuencias de emociones mal gestionadas.
Es posible aprender a manejar tus emociones de una manera que refleje la paz y la sabiduría de Dios.
Si estás lista para dejar atrás la carga de las decisiones impulsivas y comenzar a vivir con dominio propio, aquí estoy para acompañarte. Vamos juntas.
Este no es el final de tu historia. Es el momento en que decides dejar atrás la deuda emocional y empezar a vivir con sabiduría.
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