Hay cosas que una no entiende… hasta que se convierte en mamá.
Antes de tener hijos, pensaba que lo más difícil sería el parto. Que el cansancio era algo que se solucionaba con dormir. Que las decisiones se tomarían en oración y paz. Que los hijos crecerían en línea recta, como lo habíamos planeado.
Pero entonces llegan las noches sin dormir.
Los berrinches en público.
Las preguntas que no sabes responder.
Las lágrimas que escondes en el baño para no preocupar a nadie.
Las decisiones que tomas a ciegas, orando por no arruinarlo todo.
Las veces que callas porque ya no tienes fuerza para explicar.
Las veces que hablas cuando sabes que nadie te va a entender.
Y piensas:
“¿Por qué nadie me dijo esto?”
No es que no nos hablaran de la maternidad.
Es que nadie puede preparar tu corazón para lo que viene.
Para el dolor que se siente cuando un hijo sufre.
Para el miedo que se esconde detrás de cada decisión.
Para las luchas internas que ni siquiera sabías que ibas a tener.
Para las grietas en tu matrimonio, en tu fe, en tu identidad.
Y si pudiera entregarle algo a esa mujer que yo era entonces… no le daría una lista de consejos.
Le pondría algo en las manos que ella no sabía que necesitaba: palabras que sanan, sostienen y recuerdan que no está sola.
Ese libro es Una Madre de Rodillas.
Porque, sin darme cuenta, lo escribí para mi.
Para la que estaba empezando sin saber cuánto dolería,
para la que se sentía sola sin atreverse a decirlo.
Para la que pensaba que debía ser fuerte todo el tiempo.
Para la que no sabía cuánto se puede llorar por amor a un hijo.
Es más… creo que, en muchas páginas, me hablé a mí misma.
Un libro que no le diga cómo criar, sino cómo sostenerse.
Uno que no la juzgue por cansarse, sino que le recuerde que no está sola.
Uno que no le enseñe fórmulas, sino que le hable del poder de orar incluso cuando ya no quedan palabras.
Tal vez tú ya eres mamá.
Tal vez conoces a una.
Y aunque sabemos que no podemos evitar todas las luchas,
sí podemos regalar esperanza.
Sí podemos decirle a otra mujer: “Aquí estoy. Yo también pasé por ahí.”
Y a veces, eso basta para cambiar una historia.
Y aunque no pudimos evitar todas las heridas,
sí podemos sanarlas desde un lugar diferente.
No desde la culpa. No desde el agotamiento.
Sino desde esa rendición valiente que dice:
“Señor, esta soy yo… y aquí estoy.”
Tal vez no tuvimos a alguien que nos preparara.
Pero hoy, podemos ser esa voz para otra mujer.
Podemos transformar el “si alguien me lo hubiera dicho”…
en un “yo también lo viví… y Dios me sostuvo.”
Porque cuando una mujer se atreve a decir:
“Yo estuve ahí. Sé lo que se siente.”,
el alma de otra encuentra descanso.
A veces, un testimonio sana más que mil advertencias.
Porque lo que alguien necesita no es que le digas “te lo dije”,
sino que le muestres que sí se puede salir del otro lado con fe, cicatrices… y propósito.
Tu historia, aunque marcada por dolor, puede ser la voz que Dios use para levantar a alguien más.
Porque las madres de rodillas no solo interceden… también consuelan, también enseñan, también sanan.
Si hoy te sientes cansada, invisible o simplemente deseando que alguien entienda lo que hay en tu corazón de madre, te invito a orar conmigo:
Señor, a veces siento que llegué tarde a entender lo que implica ser mamá. Hubo cosas que nadie me dijo. Caminos que no sabía cómo recorrer. Decisiones que aún me duelen. Pero hoy, en lugar de quedarme con el “si hubiera”, quiero entregarte el “aquí estoy”. Aquí estoy con mis heridas, mis dudas, mis oraciones cortas y mi amor grande. Aquí estoy, madre cansada pero dispuesta. Enséñame a seguir caminando de Tu mano. Y cuando ya no pueda más, enséñame a arrodillarme. Amén.
Una Madre de Rodillas no fue escrito desde la cima, sino desde el suelo.
Desde las lágrimas, el cansancio, las oraciones temblorosas, los silencios largos.
Es el libro que me hubiera gustado tener en esos días donde solo sabía llorar. El que me hubiera ayudado a entender que lo que parecía debilidad, era justamente el lugar donde Dios se encontraba conmigo.
Y quizá, para ti… o para otra mujer que amas, pueda ser ese regalo que tanto necesitábamos.
Durante mayo, al adquirir Una Madre de Rodillas, recibirás como obsequio una funda para la almohada de oración —un recordatorio diario de que las batallas más grandes se ganan en lo secreto. Promoción válida únicamente en Guatemala.
Con amor y oraciones,
Magie de Cano
Recibe la palabra profética en tu correo electrónico.