Dios te está llamando por tu nuevo nombre

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Dios te está llamando por tu nuevo nombre - Las Cartas de Magie

Hace unos días, mientras dedicaba un libro, pregunté el nombre de la mujer que lo recibiría. Me respondió con una sonrisa tímida:
“Me llamo Dolores.”

Y aunque no era la primera vez que escuchaba ese nombre, algo en mi espíritu se encendió. Porque de pronto recordé cuántas veces he escuchado nombres similares: Dolores. Soledad. Angustias. Y a veces no son solo palabras… son profecías no deseadas.

Esta mujer me explicó que no fue un nombre que ella eligió. Se lo pusieron. Porque así se llamaba su madre. Y también su abuela. Era una tradición. Y mientras la escuchaba, pensé: ¿Cuántas de nosotras cargamos cosas que no elegimos?

Hay mujeres que heredan no solo nombres, sino también historias. Traumas. Fracasos. Palabras sin resolver. Y a veces vivimos etiquetadas por decisiones que otros tomaron. Nos acostumbramos a vivir con un nombre que no vino del cielo.

CUANDO TU NOMBRE NO TE REPRESENTA… Y AÚN ASÍ TE DEFINE

Quizás tú no te llamas literalmente “Dolores”, pero llevas años respondiendo a un nombre que te fue impuesto. Te dijeron que eras “difícil”, “conflictiva”, “la rara”, “la callada”, “la rebelde”, “la que nunca encajó”.

O peor: te empezaste a llamar así tú misma.
Y eso fue moldeando tu manera de vivir, de amar, de verte.

Pero si algo deja claro la Palabra, es que Dios nunca nos llama por lo que otros dijeron de nosotras. Él nos llama por lo que ve en nuestro interior.

Y al que venciere… le daré un nombre nuevo…” — Apocalipsis 2:17

Él te ve completa, aun cuando te sientes fragmentada. Te llama amada, aun cuando tú solo ves rechazo. Y está escribiendo sobre ti un nuevo nombre… incluso si tú aún no lo sabes pronunciar.

UNA PALABRA FINAL, COMO UN ABRAZO

Quizás hoy no sabes cómo cambiar el nombre con el que te has identificado por tanto tiempo. Tal vez ni siquiera sabes por dónde comenzar a soltar esa identidad prestada. Pero quiero que sepas algo: no tienes que hacerlo sola.

Dios está contigo en ese proceso. Él no te apura, no te exige… te abraza. Y te susurra al oído ese nombre que ha guardado para ti desde antes que nacieras.

Ese nombre no está manchado por el dolor. No está atado a generaciones de vergüenza. No viene de una historia repetida. Viene de Su amor. Y cuando lo escuches —cuando de verdad lo recibas—, algo va a romperse por dentro… y algo nuevo va a empezar a florecer.

Y mientras lees estas palabras, oro por ti en lo profundo de mi alma:
Que el Padre incline Su rostro hacia ti y te llame por ese nombre que solo Él conoce.

Que Su voz apague los ecos del pasado y arranque las etiquetas que otros pusieron sobre ti.

Que sientas Su ternura sanando lo que no sabías que aún dolía.
Y que comience hoy una transformación que te lleve de la vergüenza… a la victoria.

De la Vergüenza a la Victoria no es solo un título. Es la dirección a la que Dios te está llevando.

Conócelo aquí: delaverguenzaalavictoria.com

con amor y oraciones,

Magie de Cano





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