¿Y si lo único que necesitas es una pizca de fe?

Publicada el
¿Y si lo único que necesitas es una pizca de fe? - Las Cartas de Magie

Hay algo en la cocina que todas hemos vivido, aunque sea una vez:
Estás cocinando.
Todo va bien. Los ingredientes están listos.
Lo preparaste con cuidado, con cariño.
La receta no es complicada.

Y justo al final, le agregas una pizca de sal.

A veces, eso es todo lo que necesita un platillo para resaltar su sabor.
Una pizca. No una taza. No una gran cantidad. Solo una pizca.

Y es impresionante cómo algo tan pequeño puede cambiarlo todo.

Pero si te ha pasado como a mí, tal vez alguna vez confundiste el frasco.
Querías agregar sal…
pero era azúcar. O peor: polvo de hornear.
Y ese pequeño error —tan mínimo que apenas se nota—
descompuso todo el plato.

No necesitabas mucho para que supiera bien.
Pero también bastó poco para que saliera mal.

Así también son muchas madres.
Se sienten pequeñas. Insignificantes.
Como si su “pizca” no fuera suficiente para marcar la diferencia.
Y sin embargo, ellas son las que dan sabor al alma de un hogar.

Una madre que ora una oración sencilla.
Una que hace silencio cuando podría responder con gritos.
Una que abraza cuando está cansada.
Una que hace lo correcto cuando nadie más lo nota.

No parece mucho…
Pero Dios lo ve, y como con la sal, eso cambia todo.

Jesús mismo lo dijo:
“Vosotras sois la sal de la tierra.” — Mateo 5:13
No dijo que tenías que ser fuego, trueno o montaña.
Solo sal.
Un ingrediente pequeño, pero imprescindible.
Uno que no brilla, pero transforma.

Dios no está buscando madres perfectas.
Está buscando corazones dispuestos.
Y sí, incluso con manos temblorosas.
Incluso cuando el alma está cansada.

Porque el Reino de los Cielos no se construye con mujeres que lo tienen todo resuelto,
sino con las que, aun sintiéndose pequeñas, dicen:
«Señor, aquí está mi pizca. Úsala.»

Quizás hoy no tienes toda la fuerza que quisieras.
Quizás sientes que tu vida es mínima al lado de las responsabilidades que enfrentas.
Pero déjame orar contigo en ese lugar:

Señor, a veces me siento tan pequeña. Como si lo que hago no fuera suficiente. Pero hoy quiero recordar que en Tus manos, una pizca de obediencia, una oración sencilla, una decisión callada… puede traer sabor y vida a mi casa. No quiero subestimar el impacto de lo pequeño cuando está en Tus manos. Ayúdame a ofrecerte mi “pizca” con alegría. Amén.

No te menosprecies.
No creas que no haces suficiente.
Dios está haciendo algo grande…
y está empezando con lo que tú llamas poco.

Continúa leyendo en unamadrederodillas.com

Este mayo, honra a esa madre que libra batallas de rodillas. Al adquirir «Una Madre de Rodillas», recibirás como regalo una funda para tu almohada de oración, un símbolo de fe que recordará cada día que en la intimidad con Dios se construyen generaciones de victoria.

Promoción válida únicamente en Guatemala.

con amor y oraciones,

Magie de Cano





Recibe la palabra profética en tu correo electrónico.