LLORA TUS LAGRIMAS

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LLORA TUS LAGRIMAS

Últimamente, muchas personas me han contactado para orar por ellos porque están “llorando”. A lo largo de los años he aprendido que a mí me suele suceder esto cuando el Señor me llama a orar, y se llama “el llanto del Espíritu Santo” o “intercesión profética”.

Tal vez usted tenga ganas de llorar y lo ignore, creyendo que era “un desánimo que venía del enemigo”, o “la depre” que intentaba entrar sin que se diera cuenta, o que se estaba “volviendo loco”. MUCHAS personas han estado pasando por esto últimamente. Algunas incluso han tenido ideas como: “¡No hay esperanza!” o “No estoy haciendo nada que valga la pena con mi vida”, o incluso pensamientos de perdición o muerte inminentes. Esto no lo está sintiendo por usted mismo, sino que está en la brecha. Gran parte podría ser por la situación actual en Israel, o por las víctimas en las tormentas venideras, parecidas a Katrina, por los maremotos, terremotos, guerras u otras catástrofes y temas de intercesión, ya sea personal, nacional o de temas concernientes al Cuerpo de Cristo.

NO ignore esto, no crea que “se está volviendo loco”, ni que es sólo “la depre”. No deje que el enemigo convierta esto en algo interno, ni entre en depresión… estas lágrimas vienen de nuestro ser interior, es el llanto del Espíritu Santo, es intercesión profética. No es depresión, ni hormonas ni locura, ¡así que derriben estas imaginaciones!

No debemos permitir que el enemigo lo contamine llamándolo “depresión”, ni ningún otro término. Tampoco debemos contaminarlo nosotros “apagándolo” ni dirigiéndolo a nuestro interior, lo cual endurecería nuestros corazones hacia lo que dice el Espíritu, y le contristaría profundamente, amén de dirigir equivocadamente Su intención, lo cual no produciría ningún fruto.

ENTONCES, ¿QUÉ NOS DICE ESTE LLANTO?

“¡Qué angustia, qué angustia! ¡Me retuerzo de dolor! Mi corazón se agita. ¡Ay, corazón mío! ¡No puedo callarme! Puedo escuchar el toque de trompeta y el grito de guerra”, Jeremías 4:19.

El enemigo de nuestras almas quiere matar, robar y destruir, pero el Espíritu Santo dentro de nosotros quiere usarnos para batallar correctamente contra el enemigo. Sin embargo, debemos recordar, “…las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder DIVINO para derribar fortalezas”, 2 Corintios 10:4.

Debemos cederle el paso al Espíritu Santo para que tome control y nos dirija. Debemos ceder a esto y no apartarnos. No debemos avergonzarnos del llanto que Él desea llorar a través de nosotros. “…Si ustedes oyen hoy Su voz, no endurezcan el corazón…”, Hebreos 3:7-8.

ENTONCES, ¿QUÉ HACEMOS CON ESTE LLANTO?

Debemos PERMITIR al Espíritu Santo que solloce, que ore a través de nosotros cuando nos cubra esta unción, y NO “apagarlo”. Además, no debemos preocuparnos de las “palabras” que vamos a orar…

Romanos 8:26-27 “…Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios”.

Al permitir que la unción llorosa del Espíritu Santo gima a través de nosotros, oramos por las cosas acerca de las cuales llora dentro de nosotros el Espíritu, según el modo en que el Señor quiere que se ore, y según la voluntad del Señor para el resultado.

Y DESPUÉS, ¿QUÉ?

Romanos 8:28 “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con Su propósito”.

Que el lector entienda…

En otras palabras, cuando vengan las lágrimas o los gemidos profundos, ¡DEJE que vengan! Tome su pañuelo, y ¡”déjese llevar”! ¡No lo detenga! Déjese guiar por el Espíritu Santo.

Y entienda que incluso si no tiene un idioma de oración, usted es parte de Su rebaño, y aún puede oír y obedecer la voz del Señor, siendo guiado a orar según la voluntad de Dios. Sea cual fuere el modo en que Él desea que usted ore, “ore hasta el final”, hasta recibir alivio, o una sensación de paz que indica que “todo está arreglado”.

No se preocupe por las “palabras”. Tal vez experimente lágrimas, o solamente gemidos. En cualquier caso, no debemos avergonzarnos de las lágrimas (sean nuestras o de otra persona), si éstas empiezan a brotar. Sólo tenemos que dejarnos llevar por el Señor. Y no finjamos ni hagamos ruido para llamar la atención. Seguramente el llanto vendrá cuando estemos solos.

Simplemente dejemos al Espíritu Santo acceso total a nosotros y a través de nosotros, para ser dirigido por Él, para que se cumplan Sus propósitos cuando y como Él haga que venga esta unción. Es un tiempo para dejar que reine la “lluvia” del Espíritu Santo. Es para que Él clame a través de nosotros para las almas y por misericordia. En esta época cuando tantas personas tienen serias necesidades, escuchemos la voz del Espíritu para orar hasta el final.

Apocalipsis 2:11: “El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias…”

Bendiciones,

Joni Ames

Con amor y oraciones,

Magie de Cano

 

 

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Magie de Cano

Por Magie de Cano

Pastora y Conferencista Internacional en el Ministerio de la Mujer, autora del devocional profético Las Cartas de Magie y de los libros “Conquista tu Matrimonio”, “Cita con tu Destino”, "De la Verguenza a la Victoria" y "Una Madre de Rodillas".