Y dijo Jahaziel: «Escuchen, habitantes de Judá y de Jerusalén, y escuche también usted, rey Josafat. Así dice el Señor: “No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes, sino mía. 2 Crónicas 20:15
Josafat y sus hombres pasaron tres días enteros recogiendo el botín de guerra que encontraron entre los cuerpos muertos de sus enemigos. ¿Cuál fue su estrategia? Buscaron el rostro de Dios en oración, ayunaron y adoraron entonaron cánticos y alabanzas, aún antes de obtener la victoria. ¿Cómo pudieron hacerlo si estaban frente a un gran problema? Le creyeron a Dios cuando les dijo: “Pero ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente, quédense quietos en sus puestos, para que vean la salvación que el Señor les dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengan miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque el Señor, estará con ustedes”. (2 Crónicas 20:17) Oro porque esta palabra de Yvon Attia fortalezca su fe.
El Señor dice:
“Esperen una repentina emboscada, y no se sorprendan. El enemigo tramó muchos ataques en su contra, e incluso hizo que algunos de ustedes creyeran que Yo estaba en su contra. La batalla que está en su contra, e incluso contra su salud, ha sido severa; pues el enemigo ha estado acechándolos como un león rugiente y se ha unido con otros para destruirlos. Pero he visto sus lágrimas, y he escuchado su clamor. He visto su opresión y su fe incansable, y vendré a salvarlos y vengarlos. Esta batalla no es suya, no es para que ustedes la peleen; esta batalla es Mía. No estén angustiados, ni teman los ataques del enemigo, pues como el polvo, ellos se desvanecerán”.
“Porque mientras cantan y gritan de alegría, verán Mi salvación. Ni siquiera necesitarán luchar. Tomen sus posiciones; quédense quietos y observen MI VICTORIA. Porque Yo, el Señor su Dios, estoy con ustedes. Su alabanza y su grito de victoria destruirán al enemigo. Prepárense, pues los muros de Jericó colapsarán por Mi poder y fuerza divinos. Me han conocido como su Padre y como su Amigo, pero están a punto de conocerme como su Rey y su Guerrero divino que pelea sus batallas y despliega el estandarte de la victoria sobre sus cabezas. Están a punto de conocerme como JEHOVA NISSI”.
“Porque llegará el momento, y les preguntaré: “Hijo, hija, ¿dónde están tus acusadores?” Mirarán a su alrededor y no los encontrarán, pues desde el mayor hasta el más joven, desaparecerán de la escena. Recuerden lo que ha hecho Mi Hijo: el que canceló el registro de los cargos en su contra, el que desarmó a los gobernantes y autoridades espirituales y los avergonzó públicamente”.
“Este es un mes para dar gracias, un mes de alabanza, incluso antes de ver su victoria. Pues Mi amor inquebrantable y firme hacia ustedes perdura para siempre. No crean las mentiras del enemigo. Este es un mes para creer y declarar una emboscada divina repentina, porque no estoy anunciando juicio sobre su enemigo; lo estoy ejecutando. Pues habrá una sorpresa repentina, una emboscada inesperada desde los tribunales del Cielo, como se hizo en los días antiguos. Alabaron, adoraron, y todo lo que vieron fueron cuerpos muertos en el suelo. No habrá escape para el enemigo. Pero en cuanto a ustedes, verán Mi mano extendida para salvarlos y liberarlos. Llegarán a la atalaya y descubrirán que debido a su alabanza, ha tenido lugar una emboscada divina. Será un mes de recibir una bendición abundante, pues saquearán el campamento del enemigo. Prepárense para cantar, para alabar, y para recibir su victoria!” (Yvon Attia)
2 Crónicas 20:24-26 Cuando los hombres de Judá llegaron a la torre del desierto para ver el gran ejército enemigo, no vieron sino los cadáveres que yacían en tierra. ¡Ninguno había escapado con vida! Entonces Josafat y su gente fueron para apoderarse del botín. Entre los cadáveres encontraron muchas riquezas, vestidos y joyas preciosas. Cada uno se apoderó de todo lo que quiso hasta más no poder. Era tanto el botín que tardaron tres días en recogerlo. El cuarto día se congregaron en el valle de Beracá, y alabaron al Señor; por eso llamaron a ese lugar el valle de Beracá, (que significa bendición o alabanza) nombre con el que hasta hoy se le conoce.
Con amor y oraciones,
Magie de Cano
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