En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total. Romanos 8:37
Mientras me apartaba con el Señor, Él me mostró una feroz avalacha de ataques contra muchos en el Cuerpo de Cristo. Un espíritu letárgico y perezoso ha estado intentado aferrarse al pueblo de Dios. Incluso después de horas de sueño, te despiertas sintiendo como si apenas hubieras descansado unos minutos. Ha habido una nube de confusión y caos, mientras el espíritu de pitón ha intentado enroscarse alrededor de ti. Tus emociones han fluctuado salvajemente y tus palabras se sienten distorsionadas. Cada vez que luchas y conquistas una oleada de ataques, otros surgen para enfrentarte.
Veo una niebla rodeando a muchos: intentas avanzar, pero apenas puedes ver lo que hay por delante. Justo cuando parecía que todo finalmente se abría paso y se movía a tu favor, incluso dijiste: «todo está yendo bien en mi vida», fuiste golpeado por otra ola de ataques diseñada para derribarte. Llegó para confundirte y distorsionar tu percepción del origen de la batalla. Esto refleja lo que sucede en la guerra natural. En el ejército, usan herramientas como granadas de humo o explosivos de luz cegadora: dispositivos destinados a desorientar al enemigo. Estas granadas estallan con luz cegadora y sonidos ensordecedores, causando ceguera y confusión momentánea. En ese estado de pánico, los soldados pueden incluso comenzar a disparar a ciegas, golpeando accidentalmente a su propio equipo en lo que se llama fuego amigo.
Muchos de ustedes han estado bajo ese tipo de ataque espiritual, no solo para derribarlos, sino para destruir sus relaciones. El enemigo ha distorsionado las emociones y palabras para causar división, porque él sabe que si puede dividir, puede conquistar. Un espíritu de Leviatán ha sido específicamente asignado para evitar que avances y entres en tu promesa.
Pero hoy te profetizo: ¡Cada dardo ardiente del enemigo está cayendo en tierra muerta! Rompo esta nube de confusión y caos sobre ti en el nombre de Jesús. Veo encuentros personales y visitaciones divinas acercándose. Jesús mismo está apareciendo en medio de tu batalla. Lo veo tomándote de la mano y elevándote más alto, hacia una atmósfera de su gloria y presencia, un lugar donde serpientes y víboras no pueden sobrevivir.
Él dice: «Levántate, amado mío. Ven conmigo». Mientras permites que Él te levante, lo que estaba destinado a sofocarte ahora sofocará a tus enemigos. Te estás moviendo hacia una atmósfera que no es propicia para su supervivencia. El truco del enemigo es arrastrarte a la batalla a su nivel, pero tú tienes la ventaja. Eres cabeza y no cola, estás por encima y no debajo. Se te ha dado autoridad para pisotear serpientes y escorpiones. Recuerda de quién eres, hijo. Recuerda de quién eres, hija.
Cancelo cada ataque y asignación contra tu vida. Rompo cada maldición hablada sobre ti. Silencio la voz del enemigo y ordeno que vuelva la claridad a tu audición: no más sordera espiritual. Tu porción es el avance. Tu porción es el incremento. Es tiempo de elevarse más alto. Declaro la paz de Dios sobre ti ahora: esa paz que sobrepasa todo entendimiento. Declaro fuerzas renovadas. Correrás y no te cansarás; caminarás y no desmayarás. Profetizo que un viento fresco está a punto de golpear tu vientre. El viento del Señor está soplando sobre la vela de tu barco y cambiando tu rumbo. La nube se está rompiendo y verás la orilla, dice el Señor.
Dios está liberando asistencia angelical para las asignaciones que ha puesto en tus manos. Liberando a cada ángel que ha estado atrapado en la batalla en los lugares celestiales. Profetizo la ruptura de olas y ordeno una interrupción a cada ciclo demoníaco que ha intentado formar parte de tu ADN espiritual. Declaro un fuego fresco sobre ti ahora. Levanta tu cabeza, toma tu espada y toma la tierra. ¡LA VICTORIA ES TUYA¡, dice el Señor. (Una palabra de Tyler Medina)
Romanos 8:38-39 TLA Yo estoy seguro de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la vida ni la muerte, ni los ángeles ni los espíritus, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes del cielo ni los del infierno, ni nada de lo creado por Dios. ¡Nada, absolutamente nada, podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado por medio de nuestro Señor Jesucristo!
Con amor y oraciones,
Magie de Cano
Recibe la palabra profética en tu correo electrónico.