A este a veces se le llama «Sábado de Silencio». El día entre la muerte de Jesús el viernes santo y su gloriosa resurrección el Domingo. El viernes hubo ruido: las multitudes, el terremoto, los gritos desde la cruz. El domingo hubo un sonido de júbilo cuando la realidad amaneció de que Jesús estaba vivo. Pero el sábado… Solo hubo silencio. No hubo sonido desde el cielo. Ninguna voz. Ningún ángel. Sin profecías. Sin predicación. Solo silencio.
Ese es el lugar donde muchos de ustedes han estado por mucho tiempo. Todo ha sido despojado. Han experimentado pérdidas. Han dejado ir muchas cosas. Han terminado relaciones. Algunas cosas han muerto. Y aunque fue doloroso, sabían que era lo correcto. Sabían que Dios tenía más para ustedes. Pero ahora, nada está sucediendo. El cielo está en silencio. Dios parece no estar hablando. Tienen profecías y promesas a las que se aferran desesperadamente. Pero están luchando. Ha sido demasiado tiempo. Se está volviendo demasiado difícil. La batalla ha sido implacable. Se sienten sin dirección. La vida ha cobrado su precio. Y, a veces, solo quieren rendirse.
En Juan 20:1 leemos: El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían removido la piedra que cubría la entrada. Hay algo en esa pequeña frase: «MUY DE MAÑANA, CUANDO TODAVÍA ESTABA OSCURO…» No había nada que indicara que algo había cambiado. Según lo que María sabía, Jesús estaba muerto. Era el fin. La esperanza se había ido. La oscuridad a su alrededor casi la consumía. Y sin embargo, temprano, María se levantó y fue al sepulcro. Al único lugar donde Jesús podría estar. Ella no sabía que la piedra estaría rodada. Pero aun así fue. Mientras todavía estaba oscuro. Y en ese momento, ella encontró al Jesús resucitado y vivo. Ella fue la primera persona en todo el planeta en encontrarse con el Cristo resucitado. Porque ella fue «MIENTRAS AUN ESTABA OSCURO«. Y nada volvería a ser igual.
Hoy, las cosas pueden no parecer que están cambiando. Dios puede estar callado. Es posible que estés luchando. Pero ¿seguirás avanzando? ¿Seguirás aferrándote a lo que Dios te ha dicho? ¿Seguirás manteniendo lo que sabes sobre Su bondad y carácter? ¿Seguirás confiando en que Él tiene más? Aunque aún pueda estar oscuro, Dios está obrando poderosamente. Algo mucho más allá de tu imaginación está teniendo lugar.
La piedra de la decepción se está rodando… El peso de la oscuridad se está levantando… La pesadez está cambiando… Las fortalezas se están quebrando… Las barreras y bloqueos se están removiendo… Las heridas se están sanando… El vacío se está llenando… La esperanza se está restaurando… Los sueños muertos están volviendo a la vida… La amargura se convertirá en dulzura… Tus lágrimas se convertirán en alegría… Tu cambio está llegando… Hay un sonido de resurrección en el aire. (Una palabra de Craig Cooney)
Juan 20: 10-14 NVI Los discípulos regresaron a su casa, pero María se quedó afuera llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. —¿Por qué lloras, mujer? —le preguntaron los ángeles. —Es que se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto —les respondió. Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él.
Con amor y oraciones,
Magie de Cano
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