Era una noche fría cuando ella rompió en llanto. Había esperado, había orado, había confiado… pero el tiempo pasaba y no había señales de ese hombre que tanto anhelaba. Con cada cumpleaños, con cada boda a la que asistía como invitada, la voz en su mente se hacía más fuerte:
- «Dios se olvidó de ti.»
- «Tal vez el matrimonio no es para ti.»
- «Si sigues esperando, te quedarás sola.»
Tal vez tú también has sentido este peso sobre tu corazón. Continuar Leyendo »