Amada Mujer, hoy quiero recordarte el poder que Dios ha depositado en ti. Los hijos ungidos y bendecidos no solo nacen de vientres físicos, sino también del calor de las rodillas que oran y claman delante de Dios. La palabra hebrea “yacham” nos habla de “concebir” y también de “calentarse” —y es ese fuego, esa pasión divina, la que Dios está avivando en ti en este tiempo.
Aunque el vientre de Sara estaba muerto, fue calentado por la fe que Dios infundió en ella, y de su vida surgió la promesa que cambiaría generaciones. Continuar Leyendo »