Señor, necesito un milagro

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Señor, necesito un milagro

¡Levántate, resplandece! ¡Tu luz ha llegado! ¡Ya la gloria del Señor brilla sobre ti! La tierra está cubierta de tinieblas, y una densa oscuridad envuelve a las naciones; pero sobre ti brilla el Señor, como la aurora; sobre ti se puede contemplar su gloria. Isaías 60:1-2

Me pregunto cuantos cristianos que están leyendo este mensaje ahora mismo están en una nube de confusión. ¿Esto te describe? Quizás tus oraciones no son contestadas. Estas deprimido constantemente. Enfrentas cosas en tu vida que no puedes explicar. Estas desilusionado con tus circunstancias y con la gente. Y continuamente dudas de ti mismo, eres plagado con interrogantes y constantemente examinas tu corazón para ver donde fallaste. Sientes melancolía, desesperación, e indecisión.

Esta es la oscuridad que Jesús advierte que vendrá sobre nosotros, si no aprovechamos y caminamos en la luz que hemos recibido. Déjame preguntarte: ¿Confías en sus promesas? ¿Abarcas Su preciosa Palabra? ¿Vas a la ofensiva contra Satanás con la Palabra que escuchaste predicar? O, ¿ignoras las fidelidades pasadas del Señor hacia ti? ¿No confías que El está contigo y en control de todo lo que tiene que ver con tu vida? Si es así, entonces has dado la entrada a las tinieblas.

Jesús describe a la persona que vive en tinieblas, diciendo, “…porque el que anda en tinieblas, no sabe a donde va.” (Juan 12:35). En otras palabras: “Tal persona ha perdido su camino. Sus pasos están confundidos, esta indeciso, el camina ciego.”

Yo se como es entrar en tal nube de tinieblas. Las cosas se ponen confusas. No puedes escuchar una palabra clara de Dios. Tu quieres respuestas rápidas, clamando a Dios, “Oh, Señor, no estoy viéndote ni oyéndote como antes.” Terminas pidiéndole que sea más compasivo, que tenga piedad por tu condición.

Pero lo cierto es, que el Señor no tiene piedad hacia una incredulidad rotunda. El se entristece por ella. El espera que caminemos en la luz que hemos recibido. Debemos confiar en Su Palabra y echar mano de sus promesas. Solo al regresar a nuestro conocimiento de Su Palabra, y la convicción del Espíritu Santo, podremos salir de las tinieblas.

Números 14:3 ¿Para qué nos ha traído el Señor a esta tierra? ¿Para morir a filo de espada, y para que nuestras mujeres y nuestros niños sean tomados prisioneros? ¿Acaso no sería mejor que regresáramos a Egipto?»

Los espías israelitas estaban tan enfocados en sus inhabilidades que estaban listos para darse por vencidos. Ellos hasta hablaron de regresar a Egipto. ¿Cuál fue la respuesta de Dios a sus temores e incredulidad? “El Señor le dijo a Moisés:—¿Por cuánto tiempo esta gente me despreciará? ¿Por cuánto tiempo ellos no creerán en mí a pesar de todos los milagros que he hecho entre ellos? (Números 14:11). Dios los acusó de un pecado: ¡INCREDULIDAD!.

Dios le dijo a Israel, “Ustedes no me creyeron cuando les dije que no tenían nada que temer, que Yo pelearía por ustedes. Olvidaste completamente que Yo te crié como una criatura y cuidé de ti. Nunca confiaste en Mi, aunque Yo salí ante ti, te di una nube para refugiarte del sol ardiente, te di fuego de noche para alumbrar tu camino y darte consuelo en la noche negra. En vez de eso, diste voz a tus dudas, me difamaste, y me hiciste ver como mentiroso” (ver Deuteronomio 1:27-35). Juan repite esta ultima frase en el Nuevo Testamento, diciendo, “…el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso…” (1 Juan 5:10).

Hoy, el Señor hace la misma pregunta a Su pueblo que le hizo a Israel: ¿Cuándo vas a creer lo que te prometí? Yo te dije que mi fortaleza vendrá a ti en tus tiempos de debilidad. No debes confiar en la fortaleza de tu carne. Yo te dije que usaría a lo débil, lo pobre; lo despreciado de este mundo para confundir a los sabios. Yo soy Jehová, fortaleza eterna. Y Yo te haré fuerte a través de Mi poder, por Mi Espíritu. Así que, ¿Cuándo actuaras en esto? ¿Cuándo confiaras en lo que te digo?”

Los tiempos difíciles están garantizados para todos los que siguen a Jesús. Pero cuando llegan esos tiempos—cuando somos asediados por tentación o desesperación; y necesitamos un MILAGRO—debemos decir con confianza, “Hazlo otra vez, Señor. Tú has obrado milagros en mi vida antes. Tú has librado a tus siervos en forma sobrenatural a través de la historia. Hazlo otra vez, y glorifícate. Que Tu fuerza se perfeccione en mi debilidad.” (DAVID WILKERSON)

Jeremías 32:27 He aquí, yo soy el Señor, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para mí?

Con amor y oraciones,

Magie de Cano

 

 

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Magie de Cano

Por Magie de Cano

Pastora y Conferencista Internacional en el Ministerio de la Mujer, autora del devocional profético Las Cartas de Magie y de los libros “Conquista tu Matrimonio”, “Cita con tu Destino”, "De la Verguenza a la Victoria" y "Una Madre de Rodillas".