Hay algo en la cocina que todas hemos vivido, aunque sea una vez:
Estás cocinando.
Todo va bien. Los ingredientes están listos.
Lo preparaste con cuidado, con cariño.
La receta no es complicada.
Y justo al final, le agregas una pizca de sal.
A veces, eso es todo lo que necesita un platillo para resaltar su sabor.
Una pizca. No una taza. No una gran cantidad. Solo una pizca.
Y es impresionante cómo algo tan pequeño puede cambiarlo todo. Continuar Leyendo »