Estás en una tienda y ves un par de zapatos que te encantan.
Son perfectos. Elegantes, cómodos, exactamente lo que estabas buscando.
Te los pruebas y te miras en el espejo. Te hacen sentir bien. Segura. Como si, con ellos, pudieras conquistar el mundo.
Pero hay un problema. No tienes el dinero para pagarlos.
Aun así, la emoción del momento es más fuerte. Sabes que podrías esperar, ahorrar, planificar… pero ¿y si no vuelves a encontrarlos? Continuar Leyendo »