“Me paro en silencio a escuchar a quien amo, esperando el tiempo necesario para que el Señor me rescate. Porque sólo Dios se ha convertido en mi Salvador. Sólo Él es mi lugar seguro su presencia envolvente me protege siempre. Porque él es mi campeón defensor; con Dios no hay riesgo de fracaso. Entonces, ¿por qué voy a dejar que la preocupación me paralice incluso cuando los problemas se multiplican a mi alrededor?” Salmos 62:1-2 TPT
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