Oh Dios, cuando sacaste a tu pueblo de Egipto, cuando marchaste a través de las áridas tierras baldías, la tierra tembló y los cielos derramaron lluvia a raudales delante de ti, el Dios del Sinaí, delante de Dios, el Dios de Israel. Enviaste lluvia en abundancia, oh Dios, para refrescar la tierra agotada. Finalmente allí se estableció tu pueblo y, con una abundante cosecha, oh Dios, proveíste para tu pueblo necesitado. Salmos 68:7-10 NTV
“He escuchado al Espíritu del Señor decir: «No desesperes, pues la sequía espiritual ha terminado. Continuar Leyendo »