Imagina que decides hornear un pastel para una ocasión especial. Tienes la receta, los ingredientes y la motivación para que salga perfecto.
Sigues cada paso con cuidado, midiendo la harina, el azúcar y la mantequilla con tu balanza de cocina. Todo parece estar en orden.
Pero sin darte cuenta, la balanza está desajustada.
Cada ingrediente que pesas parece correcto, pero en realidad, las cantidades están alteradas.
Cuando el pastel sale del horno, algo está mal. No tiene la textura esperada, está demasiado dulce o simplemente no sabe bien. Continuar Leyendo »